El libro La desaparición de los dioses. Consecuencias de la alianza del Imperio romano con el Cristianismo triunfante, del filósofo Sergio Bergallo, hace referencia al momento histórico en que el cristianismo cristiano católico fue declarado como religión única y obligatoria para todos los pueblos del Imperio romano, el 28 de febrero del año 380, considerando "dementes y delirantes" a todos aquellos que no ajustaran a dicho culto.
A partir de allí se sucedieron los decretos imperiales que fueron dando cuenta de los paganos, judíos, samaritanos, magos, ateos y cristianos no católicos (los llamados "herejes") e incluso los católicos que se opusieron al régimen instaurado. El castigo consistía, según los casos, en la pena de muerte, el destierro, la confiscación de bienes, el encarcelamiento y la tortura.
Detrás de cada decreto, firmados por los emperadores, se hallaba la influencia de un santo, obispo o doctor de la Iglesia en el poder, que a su vez se inspiraban para ellos en los textos de la Biblia misma. El libro cita todas las fuentes al respecto.
Es necesario aclarar que no sólo se impuso un culto religioso sino una forma de pensar, sentir y actuar, que abarcaba todas las instancias de la vida pública y privada. De allí que la Sección Segunda del libro se ocupe de la represión del cuerpo y de la sexualidad, la degradación de la mujer, la condena de los espectáculos públicos y la legitimación del orden social injusto (con los clérigos como los nuevos integrantes de la clase privilegiada), incluida la bendición de la esclavitud.
El mismo esquema dogmático y represivo que se aplicó por vez primera con semejante fuerza y alcance entre los siglos IV y VII d.C., se repetirá luego en varios momentos de nuestra historia, como las Cruzadas, la Santa Inquisición, el sometimiento de los pueblos autóctonos por Europa y luego por los gobiernos nacionales en los diversos continentes, el nazismo y la represión de nuestros gobiernos militares, especialmente el último.
El libro también estudia los diversos judaísmos y cristianismos, de tal modo que se demuestra cómo una sola de esas vertientes se transformará en la dominante superando, desgraciadamente, a las líneas más abiertas y tolerantes. Se dedica así una sección al Jesús histórico, los evangelios apócrifos y las comunidades cristianas no oficiales, cuyo mensaje quedaría sepultado por el culto único y excluyente, como también se lleva a cabo un recorrido de la Biblia donde se ponen en evidencia aquellos libros donde se termina justificando todo esto, y aquellos que ofrecían un camino diferente.
Toda la historia de los pueblos de Occidente y cercano Oriente quedará marcada por aquel decreto y sus consecuencias, hasta nuestros días.
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