jueves, 20 de mayo de 2010

Repensar el Ciclo Bicentenario


Prof. Marcelo Faure
Podemos consensuar que la embestida anticolonialista en Latinoamérica comienza con la gran insurrección indígena liderada por Tupac Amaru en 1780 en los Andes centrales y que se extiende del Cuzco hasta las fronteras de Tucumán al sur y hasta parte del Virreinato de Nueva Granada al norte.
En 1781, la insurrección de los comuneros en Nueva Granada discute la estructura política y social española, donde los sectores más postergados de la región se rebelan contra los abusos del poder colonial.
Como bien dice Fernando Bossi, “ambas insurrecciones serán aplastadas a sangre y fuego por las tropas colonialistas. Sus líderes ejecutados salvajemente y la pacificación sólo llegará en base a la aplicación del método del terror”.
Si bien estas dos insurrecciones no planteaban directamente la independencia de la metrópolis, sí cuestionaban profundamente el orden colonial.
El levantamiento de los negros en Haití, que en enero de 1804 declaran la independencia tras derrotar a los ejércitos imperialistas de Francia, España e Inglaterra, vuelve a marcar el camino del nuevo mapa político americano.
En junio de 1806, tropas inglesas se apoderan de Buenos Aires y tras un corto triunfo inicial son derrotadas por las milicias locales que reconquistan la ciudad.
“La gloria se la llevaron las milicias urbanas, el pueblo y un desconocido Liniers, cuya valentía lo llevaría a reemplazar al desacreditado virrey Sobremonte”, señala Diego Schroeder.
Ahí, el clero juró obediencia y las principales familias porteñas, beneficiadas por el libre comercio, compartían con británicos fiestas y banquetes.

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