miércoles, 23 de mayo de 2012

Una Experiencia de “El Dr. Ramón Carrillo y la Identidad Argentina en Salud”, por E.G * – Parte 1


Una Experiencia de “El Dr. Ramón Carrillo y la Identidad Argentina en Salud”, por E.G * – Parte 1

Cuando fui invitado a concurrir, no me imaginaba tanta importancia…
Era una noche calma en la ciudad (calma, como los niños pequeños en calma, recién comenzando… cumpliendo certeramente con lo poco que se hace; aprendiendo a hablar, a hablar bien –en más de tres idiomas, si se puede); calma también, incluso fuera de los boulevares. La temperatura, siempre tan incidente ella, había subido hacia el crepúsculo del mediodía, y un tanto embotada ya, sin encontrar una sola gota de agua en el camino, clamaba a todo el mundo que no le llamen siesta a tanto afán. Luego, al descender por la pendiente de la ladera en horas de la tarde, flotaba en el ambiente el manto de calor que la enfatiza, pero ella ya no estaba, mas sí esa plácida sensación de lo templado, que invita a salir o salir, a vagabundear o andar de gira por ahí… ¿quién te dice que no encontrés una exponencia que te ilumine?, que no sea todo mercantilismo barato o instrucción  mecánica “al estilo” universidades tradicionales? ¿Quién te dice que no es ideal tener a muchos de los actores sociales de nuestro tiempo frente a frente, y rodeándote, y compartiendo junto a vos un único momento reflexivo que nos reúne y nos mezcla a todos mientras participamos de lo mismo?
¿Quién te dice que no es ideal tener a muchos de los actores sociales de nuestro tiempo frente a frente, y rodeándote, y compartiendo junto a vos un único momento reflexivo que nos reúne y nos mezcla a todos mientras participamos de lo mismo?, porque lo que cada uno escucha del expositor viene “desde” él –cuando su discurso fue atravesado en vida por lo que discurre- y se dirige “a cada uno tanto como a todos”; por eso, de alguna manera, lo pensado en el fuero íntimo, en la intimidad personal mientras el hecho sucede, también adquiere el carácter “doble” del discurso “doble” del que se nutre… finalmente lo doble –el pensar internamente para mi y para todos los presentes por exigencia tácita de lo oído- se torna múltiple, y éste en unidad de lo múltiple, en abstracción objetiva (tal es el impulso que me llevó a tomar  nota, y sobre todo las preguntas que se generaban en mi cerebro, pero no sólo a partir de mi). Es evidente que se puede seguir aumentando el coeficiente intelectual entre los más férreos militantes de las causas justas, y en mayor medida, con mayor potencia, si es que muchísimos de ellos están dispuestos (predispuestos) a cambiar las cosas (lo deficiente, lo inacabado, lo débilmente concebido), a mejorar lo que hay (lo acertado, lo correcto, lo bien-encaminado) y a proponer estadios superiores para el futuro (lo germinal, lo aventurado, lo posible).
Lo cierto es que caí a una charla acerca del Dr. Carrillo –el jueves 17  por la noche, en la Biblioteca Provincial-: eso era lo que hasta ese momento yo sabía.  Con el correr del encuentro me dí cuenta que no sabía nada, por decirlo rotundamente. Es que era mucho, mucho más, la magnitud de la persona histórica que nos convocaba. No avizoraba –nublada mi percepción debido a la nimiedad habitual- que el Dr. Jorge Daniel García era uno de esos disertantes diferentes, un anciano lúcido y angélico que se aparece frente al resto de los hombres con la paternidad innata de un abuelo de lo sabio… Tal es el don que adquieren los avanzados cuando han hechos de sus años  un culto a la virtud. Inmediatamente corroboré el grado de trascendencia que los aleja más y más, pareciera cada día, de los filósofos ordinarios, del hombre común que ejerce bien su profesión y que por eso se cree sabio, “superado”, “dominado” lo suyo, sin nunca exigir las tensiones que van hasta lo recóndito, o vuelan demasiado sobre la superficie de lo normal.
Unos días antes, en el mismo lugar –que seguramente no sería el mismo de aquélla jornada (problema del lenguaje-objeto que nos enseñaron)- había ojeado  el folletín que dio anuncio al evento y atiné a pensar:  con esta frase (1) se nos quiere interpelar directamente a que busquemos un nexo causal entre la falta de lealtad –entendida como traición- y la enfermedad ( o agentes enfermantes,  que es lo mismo que decir el no poder estar preparado, no poder estar buenamente predispuesto, no poder  estar bien- por ej en  todo exceso que lleva al stress, o al más que estresante proceso de empobrecimiento o estancamiento material). En el cómo entender el “todo el mundo” está la clave para su discernimiento, su eficiente interpretación, la clave de acceso a un conocimiento… Entonces, a partir de allí, no hice más que estar atento  al sentido en el que se pronunciaba lo oído, haber si sabía o no captar una experiencia histórica inexorable que ahora surgía ante mi presencia (fin primera parte)

(*) E. G. ergaliu@hotmail.com

(1) “La lealtad es cosa de la que todo el mundo habla y muy pocos practican, por la sencilla razón de que no es una posición espiritual al alcance de todo el mundo, ni todo el mundo está preparado para ser leal” (R.C)

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