miércoles, 16 de septiembre de 2009

La ocupación industrial del campo

En la Globalización Económica Capitalista, es decir, en la IV Guerra Mundial, el "enemigo" es el planeta mismo, no sólo sus habitantes mayoritarios, también todo lo que contiene: la naturaleza (…)

Los Pueblos originarios a nivel mundial (con más de 300 millones de almas) están asentados en zonas que poseen el 60% de los recursos naturales del planeta. La reconquista de esos territorios es uno de los objetivos principales de la guerra capitalista (…)


“La guerra de conquista”, subcomandante insurgente Marcos, 2007.


En el 5º encuentro del Seminario de Filosofía e Historia, organizado por el Cehaj, Galliussi y Blanco expusieron ideas sobre la forma en que la Revolución Industrial contaminó escandalosamente las urbes, generando cierto acostumbramiento en los burgueses (Burgos) que creían pagar así el costo de la modernidad.
El Aire (ej. smog), la Tierra (ej. basurales a cielo abierto) y el Agua (ej, Riachuelo) dejarían de ser en el inconciente colectivo aquellos elementos primordiales de los que hablaban los filósofos griegos para pasar a ser, simplemente, recursos habitualmente contaminados.
Ya a mediados del siglo XX llegó a nuestros oídos la denominada Revolución Verde (o genética) que vendría a mitigar el hambre en el mundo, principalmente en el Continente Negro -así llaman a África las potencias mundiales.
Hace menos de una década (con el denominado modelo neoliberal) ingresa al Mercosur el fenómeno transgénico, es decir, semillas modificadas genéticamente que son reproducidas por medio de sistemas equivalentes al tipo industrial y utilizando esencialmente máquinas (topadoras, sembradoras, cosechadoras, tractores, cuatriciclos, camionetas 4x4 y sistemas GPS, en fin, tecnologías mecánicas y de avanzada: informáticas y satelitales).
Sorprendió aquí, hablamos de la zona del monte espinal que abraza a la llanura pampeana, sorprende, digo, la rapidez con que se realizó la conquista de ese lugar saludable, casi libre de pecados que era el campo; algo parecido a la mediática “Familia Ingalls” o los bonachones de “Bonanza”; el campo resultó transformado en un territorio colonizado ya por multinacionales que producen vegetales para alimentar chanchos que comerán los millones de chinos comunistas o para llenar tanques de combustibles de autos “ecológicos” europeos. Monsanto, Syngenta, Cargill y Los Grobo, por nombrar algunos, están más preocupados por fundar la República Unida de la Soja que por palear el hambre de los nativos del Mercosur.
Lo mismo pasó en África hace varios años atrás.
Ahí están los Estados nacionales y los Bloques regionales usurpados por facciones empresarias que delinean estrategias a nivel global: los muchachitos piensan en grande.
El desembarco de Los Transgénicos en nuestro país fue un trámite fácil impulsado desde la Secretaría de Agricultura de la Nación liderada por un dirigente peronista abatido por el poder (F. Solá). Cabe destacar que el expediente impulsado por la corporación Monsanto en dicha Secretaría estaba en su 80 % escrito en inglés.
El resultado de la implantación del nuevo sistema productivo rural está a la vista: desempleo y éxodo rural hacia el conurbano más cercano.
Antes, o paralelamente, hay un ensañamiento descontrolado contra la naturaleza: desmontes, fumigaciones, reducción de tierras para pasturas de ganado vacuno e instalación de modernos feedlot –caben los ejemplos de la comunidad de Saladillo, en la zona pampeana, y la de La Paz, en Entre Ríos, que fueron golpeadas fuertemente por la contaminación del engorde de vacas a corral. Recomiendo la lectura del libro –o el documental- “El mundo según Monsanto” de la investigadora francesa Marie-Monique Robin.
Siendo invitado a un encuentro sobre “Efectos de las fumigaciones” en Rosario del Tala (2008) organizado por el Grupo de Reflexión Rural (GRR), pude vislumbrar claramente el desastre ecológico que se ha desplazado de la urbe a la zona rural.
Allí, también se reflexionó sobre el fuerte conflicto Campo – Gobierno nacional, centrado en el cobro de derechos de exportación a los granos y carnes (retenciones) y desconociendo (desinformando) el transfondo criminal contra la naturaleza y la cultura que este nuevo sistema de producción esconde. El militante social Jorge Rulli lo explica muy bien en su libro “Pueblos fumigados” (2009).
En un video intitulado “Viaje a la tierra de los Sin Tierra” (2004) pude ver como el Movimiento de trabajadores Sin Tierra (MST) plantea “la vuelta al campo” de los pobres de la ciudad (villas, favelas) reconstruyendo así un nuevo ciclo en busca de sus ancestros desplazados.
El MST procura organización, trabajo, educación, salud, vivienda, propiedad individual y colectiva; y formación política a aquellos valientes que dejan las miserias de la marginalidad y se atreven voluntariamente a reconquistar su tierra nativa.
Creación de nuevas comunidades (asentamientos), descompresión de las urbes, ocupación efectiva del territorio rural nacional, utilización de energías alternativas, presentación de nuevas lógicas de vida, entre otras propuestas, serían posibles salidas que el mismo Estado nacional (o el Bloque regional) impulse para que seamos nosotros los que forjemos nuestro Destino sino queremos que las corporaciones sean nuevamente las que terminen planificando, además de las ciudades, nuestro campo.

M. Faure
La Paz, 14 de septiembre de 2009.

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