A raíz de dos vertientes que llegaron alternativamente hasta mi en el mismo proceso de tiempo, decidí producir el ensayo que trabajé en este precioso quinto encuentro, titulado "Sobre la Insólita e Inconsciente afirmación": me refiero al contacto con Darío (D. Blanco), y a parte de lo acaecido en el nuevo taller literario de la Cofradía del MAR (Movimiento Artístico Revolucionario) que resultó ser el desencadenante más pasional, ya que yo reaccioné con el ensayo por la estupidez de las posturas de algunos talleristas vertidas allí.
Pautada su presencia para esta ocasión, tal como me pasó con Guido, a Darío le pedí que, fundamentalmente hable desde él, desde su experiencia profesional anclada a una necesidad supra-profesional de encontrar un sentido superior en el desenvolvimiento de las pautas laborales: hablo de una consciencia extraordinaria del lugar que se ocupa directamente relacionada a los muchos lugares posibles que se frustran para muchos. Bien: su experiencia relativa a la política del reciclado (él es un joven Lic. en Ciencias Políticas) fué ganándose un resquicio en mi consciencia, siempre inexperta, y ligada a la evasión de este mundo cargado de bajón, de desánimo y maledicencia.
Mantuvimos una sola reunión conversada; allí nos conocimos, nos vimos las caras por primera vez, pero eso bastó para reconocernos como parte de la misma lucha, sorprendido yo, que siempre me tuve por volado, sin contacto real con la vida que, siento siempre pasa por encima de mi, burlándose de mis calificativos para con su falta de evolución.
Y recuerdo que al día siguiente, al asistir al Taller, escuché decir, escuché justificar, escuché afirmar ésta insólita opinión: la gente se adapta a la basura.
Sólo sé que mi pulso, un tanto tembloroso, comenzó a apuntar ideas sin hilación defendiéndose de tal ofensa. Y así nació, en el transcurso de los días y las tardes y las noches siguientes, el hijo primogénito que llegó al mundo para exorcizar las fallas conceptuales y hacerle justicia a los Grandes Pensadores que se preocuparon de hablar bien, o callar para siempre.
Primero había titulado "Sobre la Insólita e Inconsciente afirmación que dice que gran parte de la humanidad en rigor se adaptó a la convivencia con lo residual-contaminante". Luego, al darme tanta pero tanta bronca tal hacerme la idea de ello, decidí que lo mejor era titular como quedó, debido a que era tan evidente que en ese contexto tóxico la noción genuina, y divina de Adaptación no cuaja, no dice ni reconoce nada, repito, allí. Por lo que sólo se hace patente Lo insólito inconsciente.
Yo no voy a hacer un desarrollo, ya que la exponencia y la complementareidad con mi invitado están aquí mismas, en estas columnas de audio del Centro de Estudios Históricos Arturo Jauretche, aptas para ser reproducidas en su "aula virtual", y hasta más susceptible de ser pensadas que en un verdadero aula, allí en la Casa de la Cultura paceña, debido a que los internautas disponen de la posibilidad del infinito, mientras que los que ponen el cuerpo siempre disponen de nuestras energías discursivas propias del flujo intransferible que acontece de persona a persona, y como unidad de los presentes, en mágico encantamiento irrepetible.
Así que, permítaseme hacer públicas algunas preguntas muy pertinentes que por escrito me formularon para ser tratadas en el interior de mi morada. Y ésta es una en particular, es una que no alcanzó a ser tratada durante el tiempo de asistencia, y que, enhorabuena, voy a compartir con los que están leyendo estas impresiones generales que siempre realizo luego de haber hecho lo que sé hacer: renegar de los filósofos e historiadores que no se liberan, que se atan a paradigmas hermenéuticos. A mi no me gusta eso, por lo que no puedo dejar de disgustarme cuando las fuerzas que deberían ingresar en el ejercicio filosófico se quedan fuera, cuál Sócrates desconocido para los suyos, ya que éste siempre se atrevía a entrar, y sólo jugaba al difícil cuando la servidumbre y hasta los ilustres iban a exortarlo entrar de una vez.
Una de mis seminaristas, entonces, me solicita que aclare aquello de la "des-adaptación", y añade, en un interesante vínculo, si ésta se produce en el inconsciente astral o universal. Pues bien, voy a extraer textual del ensayo dicha hipótesis, debido a que me gusta que los textos hablen por sí mismos: "¿Pero qué grado de degradación y bajeza intelectual debe tener un ser humano como para llevar al inconsciente astral -y agrego, a su participación involuntaria en el ciclo de la naturaleza- la naturalización de lo irregenerable. Eso es lo grave, lo más preocupante. Tomar como "natural" al detenimiento del ciclo regenerativo, equivale, es un proceso de des-adaptación retrocedente, porque la buena y rica experiencia humana, histórica sobre la faz de la tierra, obtuvo su mejor despliegue en torno a la sabiduría y a lo que milenios después pudo, por ello mismo, racionalizar como "esencia", fondo "último en donde reside la verdad más pura, lo des-afectadamente más verdadero y continuo sin alteración, al modo de ciclo (es más, su razón misma -no sólo la instrumental-, sus valores de verdad debieron incorporar la lógica del orden retornal para no agotarse -tempranamente- y no caer en la insignificancia suicida..."
Bueno, dejo abierto el debate universal. Respecto a mi seminarista, me ocuparé detenidamente de sus interrogantes: se lo merece, por haber extraído un nudo de cuestión.
E. G. 12 de septiembre de 2009.
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