"Hay que haber nacido para nuestro médico, de lo contrario, moriremos a causa de él" (F. Nietzsche, "Humano, demasiado humano", aforismo 573).
El debate acerca de la muerte digna exige una crucial caracterización previa que demanda de todo el potencial de la sociología para comprenderla. Como ya está clara mi postura, esta semana me dediqué a pensar en la vida digna; de esa constancia y persistencia obtuve sólo más incómodas preguntas e inquietos interrogantes, además de combinaciones diversas de modos de pensar yuxtapuestos...
Pareciera que la cuestión de la vida digna y no la muerte "embarra" más el terreno ético por donde uno debiera moverse, siempre, con extrema precaución: ¿para qué plantear la dignidad, si a la mayoría sólo le interesa sobrevivir?, si la especie humana no toma conciencia de las condiciones de su reproducción... ¿para qué plantear la dignidad, si cada clase posee su propio entender particular haciendo imposible hablar de lo mismo hablando de otra cosa?... ¿para qué plantear la vida digna, si en el fondo la medicina no tiene incumbencia directa en el tema al que sólo accede desde una "vida sana", con mucha suerte?...Así, un tanto derrotista, transcurrí toda la semana. A medida que las actividades se sucedían las respuestas más se negaban, torturándome el hecho de reconocer que no hay instituciones que se encarguen del tema. Me dí cuenta que tiene un tabú sobre sí. Me dí cuenta que engendra misterio, y un cierto manto de sospecha: eso del "dignificar" ha sido manipulado, lamentablemente, por los partidos fascistas, o los grupúsculos fascistas que siempre hay al interior de cualquier agrupamiento masivo. ¡Ojo!, me digo, ¡ojo con eso de poner en boca de un candidato lo del dignificar!; pensá, mejor, que siempre hay que evitar que te vengan a dignificar y hacerse la idea uno mismo de lo que el concepto sagrado significa, y buscarlo o no, tal vez directamente olvidarlo... Mas es inevitable insertar de cabeza el tema en la órbita politica, y no querer, uno mismo, ser agente del Estado en todo esto, si llegado el caso se diera (pero el gran problema del Estado es, como dijo Max Weber, su burocracia, el mecanismo de las tomas de decisiones).Finalmente, un aire vago irrumpió por entre la ventana entreabierta... La brisa del norte llegaba, derretíase la escarcha. Até la cinta al perro y salimos a dar una vuelta por el barrio. Una casa tras otra sin vida digna se sucedían. Los rostros de las personas mayores, desfigurados. Los niños, tristes o malcriados. Los padres, pesándoles el papel...Llegué a la plaza y solté al canino. Reposé bajo el sol un buen rato. Bajo el sol reposé un buen rato...
e. galliussi ergaliu@hotmail.com
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