Aportes críticos sobre pedagogía

Una mirada sospechosa sobre el plano educativo.

Teniendo la oportunidad de realizar mi primera reflexión conceptual como demanda de la cátedra Pedagogía (UADER), elegí una imagen disparadora de un niño de escuela primaria recostado sobre una de las paredes exteriores del patio del establecimiento, solo, ensimismado con su cuaderno ( en elocuente predisposición para el estudio): fue tan linda la toma, tan hermosa la imagen, que inmediatamente me convencí que ese es el ideal que más nos inspira, que más moviliza  a los filósofos de la educación a seguir intentándolo por vía del Estado.

Cuando contemplamos cosas como estas estimamos en demasía tal “soledad”, ya que ahí de seguro debió haber habido respaldo institucional para poder lograrlo (no así como en la mayoría de los lugares, en donde aquél niño que cuenta con la admirable capacidad como para concentrarse se ve arrastrado por la mayoría a ser un mocoso cuasi-salvaje y maleducado).

Nos inspiran esas posibilidades de líneas de fuga sólo si complementamos nuestra labor educativa, sólo si compartimos el mismo ámbito con docentes que, al menos, estén medianamente a nuestro nivel, valga decir formados durante más de diez años en los principios y causas principales que condicionan - y seguirán condicionando-nuestra forma de concebir al ser humano y su sociedad; ya que ser “colega” de alguien que apenas pasó cuatro o cinco años en la universidad pública nacional es un improperio, una vergüenza, a razón que esos tales estudiantes no alcanzan a desarrollar  en el transcurso de su estadía una voz propia para interpretar los textos, no llegan nunca a ser estudiosos, por la urgencia económica con la que preparan las materias y rápidamente quieren recibirse, por la presión social en conseguir dinero o “estar fuera” del circuito del joven adulto (bares costosos, boliches orgiásticos, el departamentito –de 2 x 2- en pleno casco céntrico y, ¡cómo no! el autito, como máximo una diferencia de 5 años comparado con un cero kilómetro... ¿cómo podemos los intelectuales tomar como colegas a estas banalidades andantes?, ¿cómo podemos ayudar a la tarea tan necesaria de engrandecer la nación si estas hordas adictas al paro como única “solución” empequeñecen nuestro amor por el mundo?

Luego, la coacción áulica que casi todo el tiempo después estos incompletos ejecutan cuando les toca ser “los dueños” del saber, hace que los pensadores no resistamos convivir o mezclarnos con ellos. Así también, sin gente con nuestra seriedad y rigurosidad en la vida social escolar el ámbito se barbariza cada vez más, pagando las consecuencias los jóvenes inofensivos, y la política de Estado en dos o tres décadas futuras (cual pasó con el “neoliberalismo” menemista, por ej.).

                                                                      

2

Por lo tanto, imágenes como las que hemos elegido para catapultar esta reflexión crítica son indicios de una educación superior en tanto haya un sujeto contemplador que las proyecte (y no uno sólo sino varios) y las defienda, a sabiendas que  intentar comenzar a pensar –e investigar- por uno mismo es la verdadera Producción de subjetividad que queremos y demandamos. Esta es muchísimo más íntegra que aquella producción de la subjetividad que  no se identifica con el ir imprimiéndole un carácter propio a la existencia – el ir apropiarse de la realidad,  el tener la virtud como para poder llevar a cabo un sentido en el mundo sin que nadie lo impida, un proyecto, una misión extraordinaria.

La otra producción que está inserta, inscripta dentro del marco de los dispositivos del pseudo-orden y organización pseudo-social la negamos a conciencia, es como semejante al “no-ser”, no nos interesa, es mísera en relación a lo más humano y al despliegue de las potencias culturales transformativas. Así que vamos a dejarle a los teóricos europeos que se ocupen ellos en seguir sacando a la luz  los deleznables mecanismos represivos tan característicos de su idiosincrasia - y en parte de la nuestra, por lógica conexión colonial- y nosotros vamos a ir plasmando paso a paso y a medida una naciente pedagogía de lo vivo; ya que nuestro papel en el profesorado es pensar lo posible dentro de un paradigma de la revitalización de la actividad didáctica,  la instauración de una democratización de la educación para la exclusión de todo autoritarismo, entendiendo por democratización el debate interno y la toma de decisión por parte de todos los integrantes de una comunidad educativa referida a problemáticas particulares según el contexto en donde esté asentado el establecimiento, haciéndonos cargo de la verdad que encierra la cita “el Estado somos todos”, y el gobierno a nuestro servicio (está, es).

A resumidas cuentas, nos hacemos eco de lo que plantea Immanuel Kant en su obra “Pedagogía”, aquello que hay que educar conforme a una idea de humanidad y a su completo destino, y vamos entonces más allá de la meta del “ser ciudadanos”, aunque el concepto de la democratización siga vigente y tal vez más vigente aún ligada a tal consigna.

 Porque ser ciudadanos es aceptable, pero mejor es ser hombre o mujer o ser, ya que los países cambian, son coyunturales, fluctuantes; en cambio aquél que llega a realizar algo del potencial de todas las cualidades del género humano está en condición de elegir dónde quiere vivir, con y junto a quiénes… y esto es impagable, cuando aún impostergable.

E. Galliussi – Estudiante en la UADER
Correo ergaliu@hotmail.com

Bibliografía referencial

-          “Problemática de la transmisión cultural” (Dussel y Cornú)

-          “Problemática de la igualdad” (Ranciere)

-          “Escuela y Ciudadanía” (Lefkowicz)

-          “Dispositivos pedagógicos e infancia en la modernidad” (Grinberg)